Teoría de la autodiscrepancia y teoría de la autoconciencia

  • La teoría de la autodiscrepancia fue formulada por Higgins en 1996. Trata de explicar1 el modo en el que nos percibimos (yo real), cómo comparamos esa percepción a nuestros ideales de comportamiento (yo ideal) y cómo esto influye en nuestro autoconcepto. Si hay una gran diferencia negativa entre nuestro yo real y nuestro yo ideal puede repercutir negativamente en la autoestima.
  • Sin embargo, otros investigadores piensan que rara vez pensamos en esas discrepancias. Según la teoría de la autoconciencia objetiva (Duval y Wicklund, 1972), las personas que se centran en analizar su comportamiento se motivan bien para cambiarlo, bien para evitar ver esas contradicciones.

Teoría de la autopercepción y la hipótesis del feedback facial

Según la teoría de la autopercepción, examinamos nuestro comportamiento del mismo modo que el de los demás y así determinamos nuestras creencias y actitudes.Si, por ejemplo, elegimos con frecuencia de postre flan, asumimos que nos gusta el flan. Esta teoría explica porque si pedimos a alguien que se comporte de una forma determinada, especialmente con un poco de presión, podemos llegar a influir en el autoconcepto de la persona hasta el punto de cambiarlo.

Se han llevado a cabo investigaciones para averiguar hasta qué punto los estereotipos de género influyen en nuestra autoestima (Brannon 2008). Así, si una tarea es percibida por la sociedad como masculina, los hombres se ven más capaces que las mujeres de realizarla. Y al contrario, si una tarea socialmente se considera como propia del género femenino, las mujeres demuestran más confianza en su realización.

La hipótesis del feedback facial  sostiene que cambios en la expresión facial pueden conllevar cambios en las emociones. Así, una persona que sonríe se sentirá más contenta que una que frunce el ceño o más furiosa una persona con los puños cerrados que otra con las palmas abiertas, por ejemplo (Kleinke, Peterson, Rutledge 1998). No se ha demostrado todavía si estos cambios se deben a la autopercepción o si las expresiones faciales y movimientos corporales influyen en las emociones al producir cambios fisiológicos en el cerebro.


Autoconcepto y autoconsciencia

Se puede definir el autoconcepto como las creencias personales sobre las características propias. Este autoconcepto evoluciona con el tiempo, se vuelve más abstracto con la edad, y tiene un impacto en cómo nos sentimos con nosotros mismos (autoestima).

La autoconsciencia es el hecho de ser consciente de uno  mismo como objeto de los pensamientos propios. Cuando las personas nos vemos forzadas a ser autoconscientes, generalmente se producen dos tipos de reacciones: bien nos vemos motivados para cambiar nuestro comportamiento para estar a la altura de la propia imagen, bien intentamos escapar de este estado para evadirnos de las contradicciones detectadas.

El autoconcepto y la autoconsciencia forman nuestra identidad. Nos ayudan en las relaciones sociales, puesto que en cierta medida somos lo que pensamos que somos y sin conocernos a nosotros mismos no tenemos identidad. También contribuyen a tomar decisiones tomando en cuenta nuestros objetivos y valores. En este sentido, investigaciones neurológicas sugieren que para tomar decisiones a corto y a largo plazo se activan diferentes partes del cerebro. Por ejemplo, si queremos algo inmediatamente (comprar un objeto, comer algo), se activan las partes del cerebro asociadas a las emociones. Sin embargo, si pensamos realizar esa misma acción en el futuro, las áreas del cerebro implicadas son las que están relacionadas con el razonamiento abstracto.