Tipos de neurotransmisores

Existen más de cien tipos de sustancias químicas que actúan como neurotransmisores. Sus efectos pueden variar según el área del sistema nervioso en el que se produzca.

Los neurotransmisores más conocidos son:

Acetilcolina: el primer neurotransmisor en ser identificado, se localiza en el cerebro, columna vertebral, sistema nervioso periférico, especialmente en el sistema parasimpático. Tiene un efecto excitador en el cerebro y sistema nervioso autónomo e inhibidor en el resto. Está relacionado con el movimiento de los músculos y las funciones cognitivas. Un nivel bajo de acetilcolina podría estar relacionado con la aparición de Alzhéimer.

Ácido glutámico: se encuentra en el cerebro y la columna vertebral y su efecto es excitador. Se relaciona con la memoria.

Ácido gamma-aminobutírico: localizado en el cerebro y la columna vertebral, es el principal neurotransmisor con funciones inhibidoras y afecta a varios comportamientos, desde la manera de alimentarse hasta la agresividad.

Dopamina: se encuentra en el cerebro y puede tener efectos excitadores o inhibidores. Se relaciona con el control de movimientos y un bajo nivel de este neurotransmisor se relaciona con la enfermedad de Parkinson. También se relaciona con los niveles de atención y los mecanismos de placer y recompensa. Se ha teorizado sobre la relación de producción de altos niveles de dopamina y enfermedades como la esquizofrenia.

Serotonina: localizado en el cerebro y la columna vertebral, es un inhibidor relacionado con los ciclos de sueño, alimentación, dolor y estado anímico. Varias teorías relacionan a este neurotransmisor con la depresión.

Endorfinas: se encuentran en el cerebro y la columna vertebral, tienen una función inhibidora, excepto en el hipocampo. Se relacionan principalmente con la supresión del dolor y sentimientos de placer.


La piel (3). La sensación de dolor

La piel también juega un papel relevante en nuestra supervivencia, haciéndonos conscientes de potenciales daños a nuestros cuerpos a través de varios receptores nerviosos localizados a diferentes profundidades en las capas de la piel. Hay personas que son más sensibles al dolor que otras, bien por daños en los receptores, bien por rasgos hereditarios. La reducción del dolor puede ocurrir por la liberación natural de endorfinas y otros componentes químicos que reducen esa sensación y contribuyen a obtener una sensación de bienestar. La respuesta al dolor también es de tipo perceptual, ya que depende en gran medida de nuestras emociones y pensamientos. Por ejemplo, la ansiedad que produce una visita al dentista puede hacer que sintamos más dolor durante la consulta. Igualmente, los sentimientos de alegría mitigan el dolor de un parto.

La teoría biopsicosocial propone que un conjunto de factores biológicos, psicológicos y culturales contribuyen a la experiencia del dolor. La teoría de las compuertas, por su parte, parte de la existencia de receptores nerviosos en la columna vertebral que conectan con áreas específicas del cerebro relacionadas con el dolor. Cuando estos receptores se activan a causa de una lesión, se abre una puerta al cerebro y experimentamos la sensación de dolor. Sin embargo, otro tipo de receptores puede cerrar la puerta si son estimulados, reduciendo de este modo la experiencia de dolor a través de estímulos no dolorosos que compiten y logran desplazar el mensaje neuronal de dolor. La puerta también puede cerrarse enviando un mensaje desde el cerebro a través de la espina dorsal hasta la región dañada.

El fenómeno del miembro fantasma explica como personas que han sufrido una amputación continúan sintiendo dolor en el mismo hasta que, con el tiempo, el encéfalo reorganiza las neuronas asociadas a ese miembro amputado.